Comprar espacios, compartir emociones.

Que el modelo de planificación de medios ha cambiado es ya un hecho poco discutible. Así todo, sigue habiendo marcas que nos machacan con inserciones y compra masiva de espacios a golpe de talonario, consiguiendo el efecto contrario sobre el sufrido consumidor. En estas fechas tenemos un ilustrativo ejemplo en nuestro país de lo que estamos hablando:

¿Quién no ha visto durante la Navidad al “Belén viviente” de Movistar? ¿Quién no ha cambiado de canal al escuchar a San José? ¿Quién no se ha acordado de la madre de los responsables de la campaña?

No hablamos de la discutible creatividad del spot, sino del bombardeo continuo con el que lo emiten. Aunque fuera el mejor anuncio del año seguro que acabaríamos igualmente hasta el moño la sexta vez que lo viéramos en el mismo corte publicitario.

En el otro lado de la moneda tenemos a “Cómicos” de Campofrío. Que también lo hemos visto hasta en la sopa, pero de un modo mucho más agradable. Porque no han sido las cadenas las que nos lo han metido por los ojos. Han sido nuestras amistades y nosotros mismos los que lo hemos compartido por voluntad propia en blogs, muros y redes de todo tipo.

En nuestra humilde opinión pensamos que ese es el modelo acertado. Conseguir una publicidad que se comunique sola. Una comunicación que entretenga no que interrumpa. Lograr que la planificación de medios no sea cosa que comprar espacios, sino de compartir emociones.

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